Ya es oficial: esta tarde el Parlamento europeo ha validado la propuesta de la Comisión Europea de reducir los requisitos ambientales para acceder a las ayudas de la Política Agraria Común (PAC). A partir de junio y hasta, al menos, 2027, los solicitantes del dinero público ya no tendrán que realizar rotaciones de cultivos. Tampoco tendrán que dejar espacios sin labrar- los famosos barbechos- y podrán aplicar medidas más flexibles en cuanto a cubiertas vegetales y pastos permanentes.
“En unas semanas se han desmantelado los pocos avances hacia la sostenibilidad y diferenciación de la agricultura europea que aportaba la PAC y que tardaron casi una década en ser consensuados; los Estados miembros e instituciones europeas han faltado a su palabra y tendrán que explicar a la ciudadanía su cambio de opinión”, explican fuentes de la Coalición Por Otra PAC.
La modificación del Reglamento que se acaba de aprobar en Bruselas supone, en concreto, que algunas prácticas como las Buenas Condiciones Agrarias y Medioambientales (BCAM) ya no sean obligatorias para acceder a las subvenciones de la PAC. Éstas son herramientas clave para alentar a las explotaciones a que se adapten al avance de la desertificación, la adaptación al cambio climático, a la desaparición de polinizadores y a la pérdida de suelo fértil por la erosión. Todo ello es fundamental para asegurar la rentabilidad agraria a medio y largo plazo.
“Nuestros dirigentes no pueden obviar que más de dos terceras partes del territorio español está potencialmente afectado por la desertificación. Tampoco que las medidas de la condicionalidad dentro de la PAC -las BCAM-, aunque poco ambiciosas, son las herramientas que permiten frenar el proceso de degradación de las tierras y la desertificación. Es cuestionable que el gobierno apoye medidas que acelerarán este proceso en la península”, señalan desde la Coalición.
A partir de verano, por ejemplo, los adjudicatarios de la PAC ya no tendrán que hacer rotación de cultivos, que consiste en alternar plantas en un mismo lugar en distintos ciclos y que tiene un impacto muy importante en la lucha contra las plagas y la mejora de la estructura de los suelos. En cambio, podrán sustituirla por la práctica de “diversificación de cultivos”, que permitirá volver a cultivar las mismas especies en una misma parcela, reduciéndose notablemente los múltiples beneficios de las rotaciones.
En cuanto a la obligación de dejar un porcentaje mínimo de la explotación con tierras en barbecho para mantener la biodiversidad, asegurar la regeneración de los suelos y luchar contra la erosión, también desaparece en el texto votado por el Parlamento. Además, se abre la puerta a que los Estados miembros no tengan que incorporar en sus Planes Estratégicos de la PAC (conocidos como PEPAC) las legislaciones ambientales que entren en vigor después del 31 de diciembre de 2025.
“Si algún día los automovilistas se quejan de que hay demasiados atascos en la carretera, que no cuenten con el ejecutivo europeo para proponer bajar el precio del transporte colectivo o fomentar otros modos de desplazamiento, se conformará con quitar las señales de tráfico y los semáforos.“, explica Maxime Orhon, experto en Política de la Coalición Por Otra PAC.
Con prisas
Se da la circunstancia de que para realizar la propuesta legislativa no se ha llevado a cabo un estudio previo de impacto debido a que la Comisión Europea considera que era “urgente actuar”. Tampoco se ha consultado a todos los agentes implicados, únicamente a las grandes organizaciones de agricultores. En opinión de Por Otra PAC, “la Comisión tiene el deber y la responsabilidad de escuchar la pluralidad del medio rural y la de otros sectores como consumidores, expertos en salud, bienestar animal, conservación de la naturaleza… Tenemos en juego a un aspecto tan vital como la seguridad alimentaria y para protegerlo se necesita seguir un camino más ambicioso. En lugar de transformar obligaciones en prácticas voluntarias, hay medidas más eficaces para aliviar la crisis que está padeciendo el campo”.
“El ejecutivo europeo tiene que invertir y recompensar las buenas prácticas en lugar de demonizar las medidas que aseguran una sostenibilidad agraria y ofrecer café para todos, que a parte de ser populista, ha demostrado ser poco eficaz e injusto. Quién aplique prácticas sostenibles tiene que cobrar por ello. Y mejor, concluyen desde Por Otra PAC.