El estudio realizado por la Cátedra de Producción Ecológica ‘Clemente Mata’ de la Universidad de Córdoba, titulado ‘Producción Ecológica Mediterránea y Cambio Climático: Estado del Conocimiento’, ha corroborado que la agricultura ecológica es el modelo agroalimentario más adecuado para adaptarse a los cambios y que, además, mitiga los efectos que causa al cambio climático. Según dicho estudio, editado por la asociación Valor Ecológico, CAAE (ECOVALIA), cultivos como el olivar ecológico cuentan con una reducción de la huella de carbono, por kilo de producto, de más del 100% pudiendo llegar a ser negativa.
Hoy en día, el cambio climático es un proceso incuestionable que está afectando a todo el planeta. La influencia humana en el sistema climático está demostrada, siendo la principal causa de emisiones de gases efecto invernadero (GEI) y siendo, hasta ahora, la más alta de la historia. Con relación a estas emisiones antropogénicas, las ocasionadas por la agricultura y ganadería representan un 11% del total, pudiendo llegar al 40% de las emisiones globales si se tienen en cuenta los cálculos indirectos ocasionados por la producción de los insumos. Además del papel de la agricultura como emisora de GEI, ella misma también se encuentra afectada por un medio ambiente cambiante. De esta manera, la agricultura no debe ser reconocida como parte contaminante sino también como parte afectada e, incluso, como protectora. No obstante, existen distintos modelos de producción de alimentos y no todos actúan igual frente al cambio climático.
Actualmente, el modelo de agricultura y ganadería industrializado es el más extendido y se caracteriza por prácticas que favorecen las emisiones de gases efectos invernadero, como pueden ser el uso de fertilización nitrogenada de síntesis química, las emisiones de metano procedentes de ganadería intensiva y la quema de rastrojos. Frente a este modelo existe otro para la producción ecológica, un sistema profesional y único reglado por una norma europea común a los estados miembros siendo actualmente la que más bienes públicos produce. En producción ecológica, el uso de productos químicos sintéticos, como fertilizantes y pesticidas, está específicamente excluido. Además, tanto la agricultura ecológica como la ganadería se caracterizan por asegurar las especies y razas autóctonas, respetar el medio ambiente y favorecer el empleo local. Asimismo, los sistemas de producción ecológicas son menos vulnerables a cambios (provocados por el clima o por la aparición de plagas y/o enfermedades, por ejemplo) y más resilientes. Estas características hacen que, a priori, la adaptación al cambio climático de sistemas en producción ecológica sea mayor que en otro tipo de sistemas.
El estudio ‘Producción Ecológica Mediterránea y Cambio Climático: Estado del conocimiento’ está basado en un estudio bibliométrico para conocer cuál es la situación existente, en cuanto a la literatura científica bajo clima mediterráneo, sobre los distintos sectores productivos agroganaderos, tanto en ecológico como en convencional. Tras una exhaustiva revisión, se han seleccionado utilizando criterios de rigor y calidad científicos los 1.023 trabajos que finalmente fueron la base del informe mencionado. Según datos de este estudio, los cultivos en los que existe mayor evidencia de una fuerte mitigación en ecológico son los cereales de invierno, el olivar, los subtropicales y los cítricos, donde la huella de carbono por kilo de producto se reduce en producción ecológica, en relación con el modelo tradicional, en más de un 42%, un 100% y un 60% respectivamente.
Entre las conclusiones de este estudio destacan la existencia de una fuerte evidencia de que el manejo ecológico de los cultivos contribuye a la mitigación del cambio climático a través de la reducción en las emisiones de óxido nitroso por el uso de fertilizantes orgánicos y menores aportes, el incremento del secuestro de carbono a través de las cubiertas vegetales o el uso de variedades tradicionales, la exclusión de las emisiones de la producción de fertilizantes y pesticidas sintéticos y la disminución de la huella total de carbono por kilo de producto en la mayor parte de los cultivos estudiados.
Algunas de las prácticas más prometedoras son la implantación de cubiertas vegetales, la reincorporación de los restos de poda, el reciclaje de los residuos de la agroindustria, la reducción del laboreo, el uso de energías renovables y el uso de variedades tradicionales.
Según estos datos, la PAC debería considerar la puesta en marcha de estas prácticas que van a hacer disminuir la huella de carbono y, en algunos casos, incluso a contar con una huella negativa.
La coalición ‘Por otra PAC’, formada por diversas entidades ambientales, de alimentación saludable, custodia del territorio y de producción ecológica entre la que se encuentra ECOVALIA, defiende una PAC que proteja el suelo, el agua, la biodiversidad y el aire a la vez que se producen alimentos sanos y se mantiene socioeconómicamente el entorno rural. Con este enfoque, uno de sus objetivos prioritarios es que el dinero público se destine a la producción de bienes públicos. El trabajo de esta coalición está enfocado en que la nueva PAC tenga en cuenta aspectos que hasta ahora no se están valorando. Las políticas europeas, según esta coalición, fallan a la hora de su aplicación. Este es el objetivo, lograr que este cambio se produzca. En definitiva, que se premie a los operadores que hacen mayor esfuerzo en reducir la huella de carbono y en utilizar sistemas que respeten el medio ambiente en la lucha contra el cambio climático.
Dicho estudio puede descargarse completo y gratuito de nuestra web (www.ecovalia.org)